El conocimiento y la comprensión del otro necesita de uno mismo. Experimentarnos, explorarnos, exponernos y exhibirnos. Este esfuerzo no es gratuito, pero necesario para acompañar las emociones de alguien más. Es valioso que en nuestro catálogo de experiencias, las tengamos inventariadas como propias, pero no es indispensable, pues la empatía se da desde las emociones y no desde las historias que nos contamos.