Si empezara esta historia hace 7 días, te diría que fui tío de nuevo, mi sobrina se llama Sofía Almudena, la conocí esa tarde. Pasé buen rato de la noche con mi hermana y cuñado hasta que volví a casa.
En la mañana me levante a escribir como lo hago habitualmente, mi pluma escupió y breve texto que me recordó de un amigo fallecido hace algunos años, se trataba de cosas que me gustan y que no me gustan. Lo leí horas después en clase de literatura. Fui el primero en leer su texto y también el último. Sonó la alerta sísmica y salimos a la calle, había mucho humo y parecía que algo se había derrumbado. Por alguna extraña razón, la maestra trató de volver a clase, como si nada hubiera pasado y yo me negué.
Volver a casa fue un caos, edificios derrumbados, sin luz, calles inundadas de personas. Ayude a mi maestra a llegar lo más cercano de su casa y ahí fue cuando reaccione que tenía que hacer algo. Sin luz, ayude a coordinar un semáforo sobre Vertiz, pues todos parecían tener prisa y sin luz, era un caos.
Horas después llegue al departamento para encontrarme todo en el piso, excepto el refrigerador y mi cama. Deje mi morral con mi libreta y volví a salir a la calle, regrese al parque de los venados y la gente decía que un edificio se había caído atrás de Soriana. Hacia allá fui, cuando llegue había gente tratando de ayudar así que comenzaron a pasar escombros.
Creo que ya era de día cuando volví a casa. Tenía que recoger el desmadre, pero parecía más fácil estar afuera. No había luz y tampoco agua, así que solo me tire sobre la cama.
Logre ver algunos mensaje en el celular y esto era peor de lo que creía. Al despertar, aligere mis bolsillos y volví rumbo al parque, era lo más cercano y comenzaron a hacerse centros de acopio, además de coordinar ayuda con brigadas en zonas cercanas donde se necesitaba ayuda.
Nadie tenía cara para decir estoy muy cansado o me rindo, de plano te detenías por mero agotamiento.
Nos daban de beber agua o electrolitos y de comer algún sándwich o similar, creo que estaré asqueado un buen rato del pan blanco.
Ese día o noche al volver, no estoy seguro que día era, no me queda claro, pero por fin hubo luz y agua de nuevo, así que pude por fin bañarme y volví a salir.
Llego un punto en el que había un exceso de manos para ayudar y fue cuando tome una pausa y me di cuenta que aún no había llorado. Volví a casa y vacié mi despensa, lleve todo lo que me quedaba.
Para el fin de semana baje el ritmo, me dolía mucho la espalda y las rodillas, pero ya en la noche, salió alguien vivo del lugar donde estuve apoyando, supongo que era un pacto de si ustedes no se rinden, nosotros no nos rendiremos. El Domingo trate de ver si podía ayudar en algo con la brigada animal, que esperaba reunir a sus dueños con las mascotas extraviadas, pero lo postergaron.
Al volver a casa por última vez, propuse hacer un directorio a mis vecinos, que aún espero me manden su información.